La heroína invisible

Bienvenidos a la Pequeña España
Es la heroína invisible de nuestras vidas porque está en todas partes; en el vidrio, en los ordenadores, en las carreteras, en los edificios. Y lo estamos agotando.
La arena es el recurso sólido más explotado del planeta. El mercado extrae cincuenta mil millones de toneladas al año. Repito, cincuenta mil millones de toneladas. Lo que pasa es que la arena no es como las estrellas. Hay mucha, pero no es infinita.
La diferencia entre el agua y la arena es que el agua forma parte de un sistema circular porque se regenera, la reciclamos, lo que consumimos por un lado sale por el otro. La arena, no. Cuando la usamos para construir una casa, ahí se queda para siempre.
Los principales exportadores de arena son Estados Unidos, Holanda, Camboya y Alemania. Los principales importadores son Indonesia, Canadá, Singapur y los Emiratos Árabes Unidos, y es aquí donde empiezan los problemas. Hay tres:
En primer lugar, tenemos el problema de la calidad y la escasez derivada del exceso de explotación. Pongamos dos ejemplos, Dubái y el Mekong. Dubái está rodeado de arena, pero todos sus imponentes edificios, así como las carreteras y las infraestructuras esenciales, han sido construidos con arena procedente de Australia porque la arena del desierto no vale para esas cosas. En cuanto a la escasez, vámonos a Vietnam, hasta el Mekong, el río más importante del sureste asiático. La arena de los ríos es la más buscada porque es la que mejor calidad tiene. Bueno, pues, se ha sacado tanta arena del Mekong que se estima que ya sólo tienen para diez años y han empezado a importar desde Camboya. Y, lo peor, es que allí las casas fueron levantadas sobre el río, literalmente, y con la erosión provocada por la explotación masiva y el paso del tiempo, esas casas se están cayendo. Y los millones de personas esparcidas por las dos orillas no tienen adónde ir porque el río es la fuente de todos sus ingresos.
El segundo problema es, precisamente, la erosión. Todas nuestras playas están siendo devoradas poco a poco por el mar y el hombre. Además de perder espacio, hay un impacto directo en la economía y el medio ambiente.
Las playas son el principal reclamo turístico de muchos países. Cuando las playas paradisíacas dejan de serlo debido a la explotación o a la acción del mar, los hoteles, los bares, los restaurantes, es decir, toda la industria del turismo sufre e incluso termina por desaparecer, con todo lo que eso significa para un país.
Y ¿Qué pasa con el medioambiente?
Muy sencillo, con la desaparición de las playas como barrera natural, el agua salada penetra en las capas freáticas y lo contamina todo alterando cualquier ecosistema. Lo que significa que agua de mar más erosión más explotación brutal igual a destrucción y ruina.
Hay alternativas industriales, como las rocas y los deshechos minerales, para suplantar a la arena. En Corea del Sur, ya están aplicando estas nuevas técnicas. Otros, y son muchos, todavía no han dado el paso, por intereses económicos, por incompetencia y por estupidez.
Y ¿Qué hay del tercer problema? Es el más divertido de contar y el más peligroso.
Singapur es muy pequeño, pero está creciendo. ¿Cómo? Ganando metros, incluso kilómetros, a base de meter arena a lo bestia. Es decir, está extendiendo sus aguas territoriales, y eso significa apropiarse de algo que no es suyo. Singapur controla, junto a Indonesia y Malasia, el estrecho de Malaca, principal autopista marítima de Asia. Gracias a sus puertos y a la dilatación artificial de su espacio, ingresa en derechos de paso y aduanas, más de veinticinco mil millones de dólares al año.
Y, por supuesto, con la extensión ilegal de unas fronteras, se puede entrar en aguas territoriales de otro país, es decir, propiciar un conflicto diplomático, que es lo que está haciendo, por ejemplo, Gibraltar. Dicho de otro modo, la heroína invisible se convierte en arma política.
Hasta pronto.

Publicado el 04/09/2025
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