Airbag

Porsche se ha retirado de la bolsa de Frankfurt. ¿Por qué? Porque se ha estrellado y no llevaba airbag.
La marca alemana tiene dos problemas con nombre propio, China y Estados Unidos. En China fabrican, ahora mismo, los mejores coches eléctricos, y son más baratos. Todos esos coches están destinados al mercado europeo porque es el único que lo ha apostado todo a la electricidad. Tanto China como otros países, como por ejemplo Japón o Corea del Sur, han renunciado a los coches eléctricos porque son más caros, porque ni tienen, ni quieren desarrollar plenamente las infraestructuras necesarias y porque las baterías contaminan mucho más que un motor convencional. Ahora bien, fabrican coches eléctricos y nos los venden a nosotros, los europeos.
En Estados Unidos pasa lo mismo, el coche eléctrico no acaba de despegar, a lo que hay que añadir la nueva política de aranceles impuesta por Donald Trump.
Como resultado, las ventas de Porsche han caído en picado. En 2023, la acción valía 130 euros. Hace unas semanas, antes de retirarse de la bolsa, la acción valía 45 euros. La empresa ha anunciado una nueva estrategia de reducción de costes, que es la manera educada de decir que van a despedir a un porrón de empleados.
Y, como la vida es ironía, esto se produce en el momento en el que el consumo de vehículos eléctricos en Alemania ha aumentado en un veinte por ciento. Pero, como los alemanes también sufren en sus bolsillos la crisis de la clase media, no compran Porsche sino Opel o Volkswagen porque son más baratos.
Y, lo cierto es que Porsche lo tiene complicado de cara al futuro. La Unión Europea ha decretado que en 2035 los motores de combustión estarán prohibidos. Sin embargo, hay un apartado escrito en letra pequeña de lo más interesante. Y dice así: aquellas marcas que fabriquen menos de diez mil unidades al año quedarán exoneradas de esa ley y podrán seguir vendiendo coches tradicionales. ¿Y cuáles son esas marcas? Pues Ferrari, Lamborghini, Rolls Royce.
¿Y Porsche? Pues no, porque fabrican muchos más. Y, claro, o reducen dramáticamente la producción y suben los precios hasta situarse al nivel de Ferrari, o por el contrario, rebajan la calidad y se dedican a construir vehículos normales y corrientes. La primera solución significa cerrar fábricas y echar a la calle a miles de empleados. La segunda significa la pérdida de prestigio y meterse en un mercado más competitivo y salvaje, el de la gente con poco dinero y muchas exigencias.
Y hablando de ironía, esto está pasando con una alemana liderando la Unión Europea y en un país, Alemania, cuna de los vehículos de alta gama con Porsche como principal estandarte. Pero, cuando juegas a la ruleta rusa, te puedes pegar un tiro.

Publicado el 08/09/2025
← Volver a los posts